Una pasión inquebrantable

Yocelyn Berríos Gaete (31) nació deportista y siempre lo será. Pero no es eso lo que
más se puede destacar, sino que lo anterior, tiene relación a lo que ha debido superar
para llegar a ser quien es hoy; una referente del cuadro rojinegro.
Al dialogar con ella, llama la atención la soltura y cordialidad con la que cuenta su
historia, es como si todo fuese normal y sin mayores contratiempos. Lo cierto, es que
no lo es, porque esta joven madre de Antonella, de siete años, ha debido superar
barreras de las cuales hoy se siente orgullosa.
Su periplo por esta vida es digno de admirar, más aún cuando ha debido hacer
sacrificios, porque incluso estando en su vientre, su hija la ha acompañado en sus
partidos de fútbol, apoyándola en una doble marca en su labor como defensa central,
siempre tomando los resguardos correspondientes. “Voy con todo, pero igual trato de
evitar los choques”.
A eso agrega. “Jugué fútbol hasta los cinco meses de embarazo. “Creo que eso me ha
permitido sobreponerse a todo, porque nunca me sentí mal, ni un dolor, nunca los pies
hinchados. Absolutamente nada”, sostiene.
Nacida Antonella, afirma: “Muchas veces tuve que dejarla en casa para viajar a jugar.
Así también muchas veces la llevé conmigo, sobre todo cuando los partidos son de
local o cerca de Pencahue, porque desde que nació es una más del equipo del equipo.
Mis compañeras lo saben y me apoyan”.
Inicios
Hija del constructor Fernando Berríos y la dueña de casa, Rebeca Gaete, la zaguera y
capitana de Rangers de Talca no se desprende de su natal Botalcura (Pencahue), zona
rural distante a 40 kilómetros, los cuales debe recorrer para llegar a las prácticas en la
capital del Maule.
Más allá del fútbol, siempre motivada por su familia, comenzó su relación con el
rojinegro en 2009, cuando llegó a estudiar en el Liceo Abate Molina, conocido también
como Liceo de Hombres.
Ya en la Sub 17, tuvo la dicha de formar parte del equipo que se tituló campeón
nacional en 2010. Sin embargo, al año siguiente Rangers eliminó la rama femenina,
por lo que su debut en primera lo hizo vistiendo la camiseta de otro equipo. “Es un
sentimiento encontrado”, asegura.
Con el paso del tiempo, Berríos se fue ganando un lugar en el corazón del hincha
rangerino, aunque primero tuvo que lidiar con largas ausencias por decisiones
técnicas. “Pasaron dos años prácticamente sin que me convocaran”, lo que la llevó a
“cuestionar su amor por la camiseta”.
Ya en 2010, recibió la responsabilidad de portar la jineta de capitana, algo que la hizo
“sacar una personalidad que nunca había mostrado”. Aquel año, el elenco piducano
terminó levantando la copa.
Con el paso del tiempo Berríos se ha transformado en un referente para las nuevas
generaciones en el fútbol femenino. Es así como ha visto avances en las relaciones
contractuales y laborales que tiene las jugadoras en la actividad. “A lo menos hoy hay
más cercanía con la dirigencia, antes siempre fuimos una apéndice de la actividad, hoy
es diferente”.
En la actualidad, la capitana debe dividir su tiempo entre ser mamá, jugadora de la
categoría Adulta y DT de la Sub 17, -tiene su licencia para ejercer la profesión- porque
es una instancia que satisface sus necesidades laborales, aunque afirma es todo esto
es un “hobby”.
De igual forma, por más que sea una distensión, no cabe duda que al practicarla
reluce su pasión, algo que sin duda se ha transformado en su vida.



